lunes, 20 de abril de 2009

VIGENCIA DE LA GEOGRAFÍA RADICAL; EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN Y LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

VIGENCIA DE LA GEOGRAFÍA RADICAL; EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN Y LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Autores: Jorge Alexander Forero Coronel
Ismael Contreras Arellano
Estudiantes de la Maestría: Enseñanza de la Geografía
Universidad de los Andes Táchira: San Cristóbal- Venezuela
Dirección electrónica: boltxevike89@hotmail.com; georadical89@gmail.com

El marxismo entendido como teoría crítica y no como razón de Estado, concebido como filosofía de la praxis y no como una cosmología evolucionista de la naturaleza, tiene mucho que ofrecer a los jóvenes de hoy que en todo el mundo se hacen nuevas preguntas y ya no se conforman con las respuestas mediocres del neoliberalismo, la resignación del posmodernismo ni con la impotencia política elevada a metafísica por el estructuralismo. Si las resistencias mundiales pretenden triunfar contra la dominación imperialista del capitalismo globalizado, no podrán prescindir de su legado.
Néstor Kohan

RESUMEN

El objetivo fundamental de este ensayo, radica en establecer la pertinencia de asumir en geografía, un enfoque crítico y sistémico, que permita explicar los procesos de transformación social y espacial que se desarrollan en el presente, en todas las escalas. Resulta de vital importancia considerar que, en la actualidad se desarrollan procesos sociales, económicos, políticos, y por ende geográficos, que se caracterizan por ser notablemente complejos, dinámicos y contradictorios. Donde se destacan, por sus implicaciones geográficas, y porque nos atañen directamente, en la escala mundial, continental y nacional respectivamente; la globalización, y la revolución bolivariana. Asimismo, este trabajo tiene como propósito estimular la discusión filosófica en el ámbito de la geografía y en las ciencias sociales en general. A través de una metodología cualitativa, sustentada en la investigación documental, la experiencia, y en un análisis crítico del carácter político de la praxis geográfica. Es preciso señalar que, esta propuesta se justifica en el hecho de que al indagar la realidad de la Geografía en Venezuela, se observa que el enfoque radical ha sido relegado a un segundo plano, en función del predominio de las corrientes posmodernas en el ámbito científico nacional. A pesar de que la geografía radical puede ser herramienta de inmensa utilidad para el análisis, la explicación y la desmitificación de estructuras, fenómenos y relaciones sociales, sobre la base del método dialéctico y la concepción materialista de la sociedad y su historia. En último término, esta reflexión tiene la modesta aspiración de constituirse en una propuesta para el debate, y esencialmente, en un aporte para la construcción de una geografía relevante, que conecte la teoría con la práctica. Una alternativa al carácter interpretativo, academicista, “apolítico” y ahistórico de las corrientes y tendencias deterministas y posmodernas.

Palabras claves: Geografía relevante - Desmitificar – Sociedad


A manera de introducción

Este artículo no pretende elaborar un análisis histórico de la geografía radical como enfoque filosófico. Tampoco tiene la finalidad de construir un marco teórico explicativo sobre la realidad geográfica actual. La intención es constituirse como una propuesta para el debate, y establecer la pertinencia de asumir en geografía, un enfoque crítico y sistémico, que permita explicar los procesos de transformación social y espacial que se desarrollan en el presente, en todas las escalas. Donde se destacan por su vinculación y sus implicaciones sociales y espaciales con la realidad venezolana y latinoamericana, dos procesos contradictorios: la globalización y la revolución bolivariana. Procesos que ameritan un análisis geográfico coherente con la naturaleza compleja de los mismos.

Las instancias indagadas y analizadas son mínimas, si se considera el alcance y el carácter prolífico de la geografía como ciencia en todos los ámbitos. Por tanto las ambiciones son proporcionales a la magnitud del estudio. No se intenta ofrecer respuestas irrefutables. La idea es elaborar una reflexión respecto a la importancia de la geografía como ciencia en el contexto actual, y sobre la necesidad de asumir un enfoque geográfico capaz de asumir los retos que impone la dinámica social contemporánea.

Lo que se pretende con este trabajo es promover y enriquecer el debate, con la finalidad de fomentar la concreción de una praxis geográfica acorde con las exigencias que plantea la realidad socio-política en todas las escalas e instancias. Este ensayo se justifica además en la necesidad de ejercer una Geografía relevante y útil a la sociedad. Una geografía teórica y práctica, una geografía que se distinga por su carácter crítico y por su capacidad para desmitificar la sociedad.

La sociedad necesita una geografía que la cuestione, y que se cuestione a si misma. Para tal efecto es imprescindible impulsar el debate. Pues la aversión a la polémica, la búsqueda del consenso academicista, la neutralidad y el eclecticismo como herramientas para eludir las confrontación, muy comunes en el ámbito académico, no son más que la expresión de una visión acomodaticia y carente de compromiso social, que en nombre de la objetividad científica, asume en la práctica un discurso y un accionar con elevado contenido ideológico (Segrelles 1999).
No se puede obviar que el análisis y la investigación científica en todos sus procesos y fases, y la praxis pedagógica de la disciplina geográfica se desarrollan sobre un escenario socio-político concreto. Esta circunstancia implica que las ideas y los contenidos presentes en cualquier formación social, influyen en las prácticas y relaciones sociales que se materializan en dicha formación social. Ni la ciencia, ni la geografía escapan a esta realidad. Las ciencias sociales en general y la geografía en particular, no se desarrollan en un escenario ajeno a la sociedad y los científicos que le ejercen, son seres con valores, intereses y concepciones del mundo específicas.
La ciencia social formula conceptos, categorías, relaciones y métodos, que no son independientes de las relaciones sociales que existen en la sociedad (Harvey, 1976). Dicho de otra manera, la ciencia no es, y no puede ser neutral; aunque se lo proponga, porque sus teorías, métodos y discursos expresan y transmiten contenidos, que poseen implicaciones políticas e influyen en el escenario ideológico y material donde se manifiestan.
Es importante aclarar que esta propuesta se sustenta principalmente en múltiples lecturas (relacionadas principalmente con el ámbito académico), en una revisión documental que puede catalogarse como somera, si se considera el universo de textos geográficos existentes tan solo en Venezuela, así como, en la experiencia de los autores. En síntesis este artículo tiene la modesta pretensión de elaborar un análisis dialéctico y crítico de las implicaciones políticas y sociales de la praxis geográfica y sobre la importancia de construir una geografía relevante y significativa para la sociedad, en un contexto donde la crisis constituye el común denominador.

No se aspira el reconocimiento académico y la aceptación general. Al contrario, se busca el disenso, la contradicción, y la polémica. Tampoco se pretende negar el carácter político- ideológico de esta reflexión, sin embargo es oportuno aclarar que la posición política asumida trasciende lo coyuntural. El propósito no es defender una postura ideológica del contexto político, pues para eso existen otros escenarios. La idea en este caso es, defender con argumentos, la vigencia del marxismo como herramienta fundamental para el desarrollo de una teoría y una práctica geográfica capaz de explicar y transformar la sociedad.

Caracterización del contexto actual

En la actualidad se desarrollan procesos sociales, económicos, políticos y por ende geográficos, que se caracterizan por ser extraordinariamente complejos, dinámicos y contradictorios (Santos 2000). Donde se destacan, por sus implicaciones geográficas y por su vinculación con nuestra realidad, en la escala mundial, continental y nacional respectivamente; la globalización y la revolución bolivariana. Estos procesos poseen notables implicaciones espaciales, pues ambos ejercen una influencia geopolítica muy significativa.

Un elemento que no se puede dejar de considerar es el carácter antagónico de los dos procesos referidos. Cada uno pretende materializar en la realidad, una concepción del mundo, una dinámica y unas relaciones sociales específicas, coherentes con el contenido político de su proyecto. Otro elemento común que poseen ambos, es que los mismos son la expresión concreta de las contradicciones propias del sistema capitalista, pues obedecen a la dialéctica que impone el nuevo orden mundial. Cada uno constituye una respuesta concreta a la dinámica de la sociedad capitalista. La globalización representa la expansión a escala mundial del neoliberalismo, y la revolución bolivariana, en conjunto con muchos otros procesos políticos que se desarrollan en diversas formaciones sociales, pretende representar la negación de la globalización, la resistencia ante el neoliberalismo (Santaella, 2008).

Sin embargo en la realidad la situación es más compleja y contradictoria. Más allá de las consideraciones filosóficas que se puedan hacer, la verdad es que el mundo vive en la actualidad una crisis sin parangón en la historia. La sociedad contemporánea expresa y refleja la agudización de las contradicciones que el capitalismo como modo de producción y como sistema no ha sido capaz de superar (Ibíd). En ese sentido, los datos que sintetiza y expone el investigador colombiano Renán Vega son explícitos:

(…) el desempleo crece como una mancha de aceite en Europa Occidental —en toda la Unión Europea se calcula que hay entre 35 y 40 millones de desempleados-, (…) resurge la pobreza y la miseria en las grandes capitales cosmopolitas de la Europa moderna y de Estados Unidos, (…) se incrementa el racismo y la intolerancia, (…) aumenta la desigualdad social y reaparecen formas de explotación de la fuerza de trabajo propias del siglo XIX (como sucede en Inglaterra, en Portugal, España, en el sur de Italia, en Estados Unidos respecto a la eliminación del salario mínimo, la prolongación de la jornada laboral a 15 o más horas, el trabajo infantil. etc.)(p.2).

El panorama se torna más complejo aún, si se considera la crisis financiera que se está escenificando en el mismo momento en que se escriben estas líneas. A pesar de todas estas contradicciones, el neoliberalismo como proyecto político y como producto de la agudización de contradicciones de clase propias del capitalismo, ostenta la hegemonía económica, política, cultural e ideológica en la sociedad contemporánea (Santaella, 2008). Incluso en el ámbito académico se observa como en las ciencias sociales (donde por supuesto se incluye la geografía) existe una tendencia a obviar y justificar los problemas sociales. Se trata de una praxis científica que está al servicio del capital, y reproduce los valores, prácticas y relaciones del neoliberalismo (Vega 1997). Por eso es imprescindible adelantar un proceso de reflexión en la comunidad científica y académica de la geografía, que cuestione la realidad social, pero que a su vez sea capaz de cuestionarse a si misma como ciencia, para generar así una discusión sobre el papel de la geografía en la sociedad.

Otro elemento que se debe considerar, consiste en que los proyectos antagónicos al sistema no han logrado materializar un referente que logre superar las contradicciones inherentes al capitalismo (esto se debe a circunstancias concretas que serán referidas posteriormente), y no han podido destruir la dominación capitalista. La revolución bolivariana no escapa a esta circunstancia. No se puede negar que este proceso se ha convertido en un obstáculo para el nuevo orden mundial y ha logrado una enorme influencia en Latinoamérica, trastocando la correlación de fuerzas políticas en nuestra región y generando un foco de resistencia (el fracaso del ALCA como proyecto de dominación imperialista es un ejemplo de los alcances de la política internacional de la revolución bolivariana). Pero ni el más optimista de los adversarios del neoliberalismo, puede afirmar que la dinámica de este proceso, vaya a destruir de raíz al sistema capitalista, por lo menos a corto plazo.

La caracterización elaborada no representa ningún descubrimiento. Tan solo se posee la modesta pretensión de señalar el carácter complejo del actual momento histórico y las implicaciones y contradicciones que presentan los dos procesos que sirven como referente explicativo y justificativo de la tesis de esta propuesta[PL1] .

La praxis geográfica en la actualidad; una reflexión crítica[i]

No es necesario profundizar más para seguir afirmando el carácter contradictorio del mundo actual, donde la crisis constituye el denominador común. La sociedad le exige a la geografía un análisis crítico y desmitificador de los contextos, procesos y hechos que se articulan en el espacio. Es preciso ejercer en la investigación y en el ámbito pedagógico, una geografía que trascienda la descripción inerte (Santiago, 2003), que explique y cuestione la realidad y, que sea capaz de formular propuestas orientadas hacia la transformación social (Santaella, 2006).

Sin embargo en la realidad los discursos, métodos y enfoques asumidos mayoritariamente (sobre todo en la práctica pedagógica de la geografía), carecen de relevancia y de pertinencia social. Aunque la afirmación se hace sobre la base de la realidad venezolana y está claro que esta tiene sus particularidades, la lógica sistémica de la sociedad contemporánea y sobre todo, un conjunto de lecturas sustentadas en el análisis de otros contextos, permiten inferir que esta situación no es exclusiva de Venezuela.

Nos encontramos ante una praxis geográfica que no responde a las exigencias que le impone la realidad. Una geografía que aún no logra definir su ámbito de estudio. Que sigue interrogándose respecto a si debe ser aplicada o teórica, o si debe ser social o física. Es una geografía, concretada por geógrafos que realizan estudios dispersos y aislados, que investigan y escriben sobre cualquier tema sin ningún tipo de coherencia metodológica o filosófica. Se valora el volumen y la cantidad de los estudios, no la calidad o la utilidad de los mismos. Segrelles (1999), lo resume y lo denuncia de la siguiente manera:

(…) lo más corriente es recopilar una serie de datos que posteriormente se organizan y distribuyen en tablas, gráficos y mapas para, más tarde, describirlos. Con estas premisas resulta fácil, aunque superficial, el tratamiento de las más variadas temáticas de la geografía, sin que falten después colegas o discípulos que alaben el selecto vocabulario, la estructura coherente del trabajo, su perfecta redacción, la amplitud bibliográfica, la vasta documentación, la multitud de datos cuantitativos utilizados o la irreprochable graficación. Sin embargo, (…) la búsqueda de relaciones profundas brillan por su ausencia, es decir, el fondo, que es lo que indudablemente interesa, se relega en favor de la forma (p.151).

La reflexión del autor referido es más que ilustrativa. A pesar de los extraordinarios esfuerzos de algunos estudiosos de la geografía (docentes e investigadores), orientados a la superación de esas ancestrales dicotomías y del carácter estéril de dichas prácticas (allí se pueden destacar las líneas de trabajo de Horacio Capel y Milton Santos, por señalar dos autores muy vinculados a la geografía latinoamericana), pero sobre todo, a pesar de las particularidades del momento histórico, gran parte de los geógrafos siguen elaborando estudios sobre el nivel de contaminación de una cuenca, el volumen de precipitaciones de una región, los flujos migratorios de un territorio a otro (por citar solo tres ejemplos), sin considerar las implicaciones sociales que poseen dichos fenómenos (Ibíd.).

La situación se torna más compleja, en la medida en que gran parte de los estudios geográficos que si consideran útiles las variables sociales, se fundamentan en enfoques y métodos carentes de un contenido crítico y/o de un análisis histórico y se dedican a la mera interpretación apolítica y neutral. Se trata de estudios que pretenden explicar una realidad exclusivamente espacial, aislada de la dinámica del sistema y ajena a la influencia de las relaciones económicas, la realidad política y la ideología (Lacoste, 1977).

En ese cúmulo de concepciones y de prácticas geográficas, se inscriben por supuesto las posturas deterministas que han justificado las guerras y la dominación colonial (Mattson, K. 1978), los enfoques posmodernos, la pretendida renovación de la escuela regional, y la proliferación de enfoques fundamentados en la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica (SIG). El problema de la praxis geográfica basada exclusivamente en la utilización de tecnologías de la información y la comunicación, es que consideran a los mismos como un fin y no como una herramienta. Por lo que no les importa prescindir de un análisis o una explicación geográfica que considere la esencia de los fenómenos y no se dedique a la mera descripción de la apariencia de los mismos.

Las tendencias posmodernas por su parte, gozan de la mayor aceptación en la comunidad científica de la geografía y las ciencias sociales en general. Sus postulados y métodos son asumidos por gran parte de los geógrafos (sea en el campo de la investigación de campo, en las propuestas epistemológicas, filosóficas y metodológicas, así como en los ámbitos pedagógicos), sobre la base de formulaciones teóricas, que en nombre de una supuesta crisis paradigmática; y de una crítica que rechaza los análisis causales, denuncia los grandes relatos como totalitarios y fragmenta la realidad. Todo esto, acompañado de un discurso que en teoría, defiende y sacraliza la neutralidad de la ciencia y el carácter apolítico y libre de prejuicios ideológicos del conocimiento científico[ii].

Sin embargo, el posmodernismo presenta algunas contradicciones que vale la pena subrayar. En primer lugar, pretende constituirse como un enfoque infalible e irrefutable, lo cual contradice su espíritu anti-dogmático y anti-totalitario. Otro elemento que se debe señalar consiste en que este paradigma (que curiosamente no se incluye en la crisis mencionada) niega la unidad interna y el carácter sistémico del capitalismo, al que no nombra para nada en sus análisis.

El discurso posmoderno plantea la inexorabilidad de la globalización, el fin de la historia y el escepticismo ante la posibilidad de una transformación. Le otorga rango ontológico y universal a lo que no es más que un momento históricamente determinado del capitalismo (Kohan, 2004). Pues esta tendencia intenta hacer ver (y lo ha logrado en gran medida), que el capitalismo es inmutable y que no existe perspectiva alguna que permita pensar en otra alternativa (Acosta, 2008).

Dicho de otra manera, los postulados y las teorías del posmodernismo, representan una herramienta para la justificación del sistema capitalista y para la negación absoluta de posibles alternativas. Se trata de un “instrumento ideológico del neoliberalismo” (Vega, R. 1997), que desdeña de la crítica social, niega la contradicción y los antagonismos de clase inherentes a la dialéctica del capitalismo. Según este enfoque los conflictos son externos y ajenos a las relaciones sociales del sistema y las formas y estructuras espaciales que se articulan no son la expresión de las relaciones de producción y la dinámica del modo de producción capitalista.

Este paradigma que en la práctica se auto-deleita con elaboraciones lingüísticas y eufemismos, contribuye muy poco a la explicación de los problemas del mundo contemporáneo. Según el pensamiento posmoderno, la realidad no existe pues solo existen construcciones y símbolos lingüísticos (Nugent, 1995, referido por Vega Renán, 1997). En ese sentido, se puede afirmar que el posmodernismo en realidad no es más que un enfoque metafísico, pues como lo enuncia Antonio Gramsci (2000);

(…) toda afirmación filosófica que se postule como algo universal al margen de la historia y de la política se convierte en pura metafísica. Las verdades de la metafísica no tienen tiempo ni espacio, son (falsamente) universales y abstractas. Están separadas de la vida histórica de la humanidad; en sus formulaciones hacen completa abstracción de dicha historia y jamás explicitan los condicionamientos sociales de los que surgen los términos planteados (…) (p. 266).

En cuanto al resurgimiento de la geografía regional, que aspira adaptarse a la realidad contemporánea considerando las variables sociales. Sin embargo la nueva geografía regional sigue presentando muchas carencias. No se profundizará al respecto en razón de que la crítica elaborada por Segrelles que se cita a continuación, es explícita, concisa y contundente:

(…) en ellas se aprecia el nítido predominio de una abusiva e inoperante descripción de la información que previamente ha sido recogida, clasificada y cartografiada. La mayor parte de las veces se trata de un sincretismo basado en la mera yuxtaposición de datos. Lo mismo da que se estudien los sistemas de transporte, el sector agrario, el turismo, el comercio, las ciudades y la población. Casi siempre aparecerán indefectiblemente idénticos esquemas, ofreciendo una imagen sesgada, irreal y parcial de los fenómenos analizados y del mundo (p.142).

En lo referente a la presencia del enfoque radical en la comunidad científica geográfica, es pertinente reseñar que el mismo ha sido relegado a un segundo plano, pues prácticamente se ha borrado del ámbito académico. Esto se debe fundamentalmente, a que el marxismo dentro de las ciencias sociales ha perdido terreno y es considerado como un paradigma superado. Todo esto sobre la base de la desaparición del socialismo real y de la consecuente eclosión nuevo orden mundial, signado por la expansión del neoliberalismo y por la hegemonía de sus ideas, valores, relaciones y prácticas, en el ámbito filosófico y científico.

El descrédito del marxismo se sustenta en la crisis paradigmática que enuncia el paradigma posmoderno (aunque suene irónico), en el fin de la historia, el fin de las ideologías, en la victoria inmodificable del capitalismo como sistema social y como modo de producción y en la inexorabilidad del proceso de mundialización del neoliberalismo. Por lo general cuando alguien se atreve a mencionar, o a proponer el enfoque y los métodos marxistas, se expone a los más severos reproches (Vega, R. 1997). Se le acusa por ejemplo de resucitar un cadáver, o de defender planteamientos trasnochados, pasados de moda y totalmente ajenos a la realidad geográfica de nuestros días (Segrelles, J. A. 1999).

Ante un escenario tan adverso, signado por la hegemonía material e ideológica del neoliberalismo, y ante la ausencia de una tradición o una escuela radical en el campo de la investigación y en la academia, es lógico que los estudiantes prefieran obviar y hacer caso omiso de este enfoque y se conformen con asumir una postura ecléctica, vaga y acomodaticia, que no les genere problemas académicos y que les permita hacer una geografía pragmática y sin compromiso social (Ibíd.). En algunos casos su praxis fluctúa de tendencia en tendencia, en otros elaboran estudios con base en una fusión de elementos de cada enfoque, lo que por supuesto tiende a producir incoherencias teóricas y metodológicas.

Por tal motivo, la geografía radical tiene por delante un reto de dantescas proporciones, se trata de recuperar el terreno perdido. De constituirse como un referente filosófico, epistemológico y metodológico. Este trabajo tiene la finalidad de elaborar algunas consideraciones que defienden la vigencia de dicho enfoque, sobre la base del arsenal teórico-práctico que ostenta y de la potencial utilidad del análisis marxista en la explicación de la realidad geográfica contemporánea.

La vigencia de la geografía radical en el mundo contemporáneo

A pesar del terreno perdido por la geografía radical, sumada al rechazo y los múltiples cuestionamientos que debe enfrentar la teoría marxista en la actualidad, la realidad social demuestra que la crítica sistémica y dialéctica a la sociedad capitalista, herramienta fundamental del paradigma radical, posee plena vigencia en la actualidad. Pues la dinámica, las relaciones de producción y las estructuras de poder; siguen siendo la expresión material e ideológica de la sociedad capitalista (Vega, 1997).

Aunque se han desarrollado transformaciones sin precedentes a partir de la eclosión del neoliberalismo, y la revolución científica-tecnológica-informacional (Santos, 2000), el espacio sigue siendo un producto social e histórico (premisa fundamental del marxismo), por tanto la articulación y estructuración del mismo, responden a la lógica y a la coherencia estructural del sistema capitalista (Ibíd.). En la actualidad se desarrollan y se materializan las contradicciones propias del capitalismo, que la teoría marxista denuncia y se propone transformar desde su aparición. Es innegable que dichas contradicciones presentan particularidades que responden a las condiciones de la nueva realidad mundial, pero en esencia los procesos y contextos que impone el mundo contemporáneo, siguen reflejando la lógica del capitalismo (Valqui, 2006).

La teoría marxista y su arsenal teórico-práctico, constituyen en la actualidad, a pesar de los esfuerzos de sus detractores por enterrarle[iii], una herramienta fundamental e imprescindible para comprender los procesos y las relaciones y estructuras del sistema capitalista. Más si se considera que el nuevo orden mundial impuesto por la ofensiva neoliberal, a partir de la caída del mundo bipolar, posee los instrumentos necesarios para consolidar su hegemonía (aparatos educativos, medios de comunicación, organismos trasnacionales, entre otros). Es así como, tanto en el pensamiento científico, como en las ideas del común, se ha instaurado una especie de lógica global, que impone y reproduce valores y estandariza los patrones de conducta, el idioma, la moneda y la visión del mundo del neoliberalismo (Kohan, 2004).

Se trata de la consolidación de la ideología y las prácticas neoliberales, sustentadas en el paradigma posmoderno, que justifica la desigualdad y la injusticia social, y actúa complaciente ante la dominación que ha instaurado y pretende afianzar el capitalismo. Un paradigma hegemónico y conservador, que representa los intereses de quienes detentan el poder en el denominado nuevo orden mundial y que no admite posiciones encontradas a la hora de abordar las contradicciones que produce la sociedad capitalista. Lo paradójico es que precisamente este paradigma, que se jacta de ser anti-dogmático y neutral; niega la historia, la dialéctica y los antagonismos de clase.

Sin embargo la realidad demuestra que el neoliberalismo globalizado y sus teorías metafísicas aún tienen que superar múltiples y muy diversas contradicciones, producidas por la dinámica y por la lógica del sistema que justifica y reproduce. En ese escenario el marxismo tiene mucho que aportar. A continuación se plantearán algunas reflexiones orientadas a exponer la manera como el enfoque radical, constituye un instrumento para explicar y desmitificar la realidad social de la actualidad y sus implicaciones espaciales. Como se mencionó inicialmente se hará especial énfasis en la globalización y en la revolución bolivariana como procesos de referencia teórica y práctica.

Es preciso aclarar, antes de cualquier consideración, que estos referentes socio-políticos presentes y desarrollados en el contexto actual, son asumidos como procesos, sobre la base de que se entiende que su concreción en el espacio y en la sociedad, obedece a un complejo y muy extenso conjunto de articulaciones sociales y espaciales, estructurado a lo largo de un periodo histórico que abarca más de 500 años, y condicionado a su vez por procesos históricos que han representado rupturas y transformaciones radicales de la sociedad.

Por citar tan solo algunos de esos procesos históricos que han condicionado el actual proceso de globalización, se pueden mencionar los siguientes: la llegada de los europeos al territorio americano, la revolución industrial, las guerras mundiales, las revoluciones políticas en Rusia, China, Cuba, Vietnam, la crisis política de la década del sesenta del siglo pasado, el golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende en Chile, la caída del bloque soviético, la avanzada a escala mundial del neoliberalismo, y ahora más recientemente la crisis financiera de principios del presente siglo.

Cabe destacar que los procesos históricos reseñados, también están relacionados con la revolución bolivariana, pues se articulan en función de la lógica sistémica del capitalismo y representan la materialización de las contradicciones y los antagonismos de clase del sistema. En el caso venezolano se pueden añadir un par de hechos socio-políticos que representaron una ruptura con la realidad venezolana hasta entonces. Nos referimos al “caracazo”, y a las rebeliones militares de 1992. Movilizaciones y acciones que demostraron abiertamente su oposición al orden neoliberal, en pleno proceso de apogeo del mismo[iv].

La globalización y la revolución bolivariana: dos procesos que expresan la necesidad de practicar una geografía radical

Las relaciones que existen en la configuración de estos dos procesos antagónicos por lo menos en teoría, y sus condicionantes e implicaciones sistémicas, no hacen sino confirmar la vigencia del marxismo. Como se ha expuesto, el mundo de hoy vive una realidad más dinámica y contradictoria que nunca. Se necesita una geografía capaz de explicar la sociedad. En ese escenario la geografía radical posee un potencial más que significativo. Los métodos, teorías y categorías marxistas son el instrumento básico para aprovechar ese potencial.

La globalización como alcance territorial máximo del capitalismo (Pérez-Tapia y Flores, 2004), está atravesando un periodo crítico. Las contradicciones no se desarrollan solo en el plano ético o filosófico, sino que se expresan (incluso con más intensidad) en la práctica. La hegemonía norteamericana está al borde del abismo. El modelo social del neoliberalismo es insostenible por sus implicaciones sociales, económicas, culturales y ambientales. La lucha de clases (categoría marxista que pretendió eliminarse de la historia de las ciencias sociales), está reconfigurando su correlación de fuerzas. La resistencia al capitalismo se multiplica y se disemina en el espacio, que es un producto histórico-social no sólo determinado por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, sino también por estrategias políticas (Harvey 1998), en este caso estrategias de resistencia.

Por su parte la revolución bolivariana representa uno de los movimientos antagónicos más reconocidos que enfrenta el neoliberalismo[v]. Este proceso tiene como objetivo concretar una revolución política, que transforme las estructuras y relaciones sociales capitalistas heredadas por un proceso de instauración de casi un siglo (Rangel 1972). El gran mérito de este movimiento político, consiste en lograr que una proporción significativa de la población cuestione el neoliberalismo y entienda que es preciso defender la independencia nacional, así como, promover la integración latinoamericana en el contexto de la globalización. Este proceso ha trascendido las fronteras de Venezuela y se ha convertido en un referente político de gran importancia en el continente americano.

Ahora bien, más allá de las reflexiones filosóficas y de las simpatías ideológicas, es necesario aclarar que el proyecto político de la revolución bolivariana es más complejo de lo que parece. Pues se trata de un movimiento político con un discurso anticapitalista y con una propuesta de transformación radical de la sociedad a través del socialismo. Sin embargo, la dirección del movimiento hasta hoy pretende que dichas transformaciones se materialicen mediante la defensa de la institucionalidad del Estado burgués, lo que entra en contradicción con las estrategias de organización y movilización popular fomentadas por el poder ejecutivo.

A pesar de los esfuerzos provenientes de diversos sectores, esta acción gubernamental mantiene y reproduce las estructuras de poder capitalistas. Donde además, grandes consorcios económicos nacionales y trasnacionales coexisten con sectores burocráticos que dirigen la política desde la oligarquía, e incluso desde sectores del gobierno que en teoría deberían enfrentarles (Santaella, 2008).

Otro elemento crítico, es el carácter dependiente y rentista de la economía. Es innegable que la revolución bolivariana es un proceso político de gran relevancia, donde se han llevado a cabo transformaciones importantes. A pesar de las contradicciones mencionadas, Venezuela posee una de las economías más estables de América Latina, y los índices de exclusión social han mejorado notablemente. El apoyo popular sigue siendo mayoritario y su influencia geopolítica en la región crece cada día. No obstante, atraviesa un proceso de estancamiento relativo. Se ha perdido el dinamismo popular. Las contradicciones internas del proceso, se hacen evidentes cada día. Este conjunto de circunstancias podría ser asumido como una paradoja, a menos que se ponga en práctica el análisis marxista.

La geografía radical cuenta con las herramientas necesarias para explicar la realidad venezolana. En vez de hacer una lectura estática y aislada del contexto, se recurre al análisis dialéctico de la realidad y no se prescinde de la crítica, por más afinidades ideológicas que puedan existir. En este caso, por ejemplo, las contradicciones se explican porque la revolución bolivariana no ha destruido las estructuras de poder del sistema (se ha conformado con ocuparlas). Hay que tener presente, como lo plantea el marxismo, que el poder constituye una relación de fuerza entre las clases sociales, por tanto no se trata de una relación estática. Asimismo, el poder no se reduce escasamente a lo político institucional, sino que está directamente vinculado con la economía, las subjetividades sociales, así como sus representaciones ideológicas. Esto puede ayudar a entender por qué las relaciones de producción capitalistas tampoco han sido transformadas. También puede ser un referente para explicar la razón por la que perduran las prácticas sociales, la cultura y los valores e ideas dominantes que implantó el capitalismo.

A su vez, en el contexto mundial, a pesar de la crisis, la hegemonía ideológica y material del capital es indiscutible. El socialismo requiere un proceso de transformaciones permanentes y a escala mundial para consolidarse. El siglo veinte dejó múltiples lecciones a quienes defendían la tesis del socialismo en un solo país. La realidad demostró que en la práctica no es viable la coexistencia entre ambos sistemas. Por tal motivo, el éxito de los proyectos anticapitalistas, depende de la destrucción definitiva del sistema que enfrentan (Trotsky, 2001)

En ese sentido es oportuno apuntar que la teoría marxista explica que si no se destruyen las estructuras de poder y las relaciones de producción capitalistas y se sustituyen por unas nuevas (de carácter socialista), es imposible superar las contradicciones del capitalismo (Lenin 1971). En Venezuela no se ha logrado ese objetivo. Y es lógico que no se haya logrado, pues la dialéctica del poder que impone la totalidad social (otra categoría de análisis marxista que el clon posmodernismo-neoliberalismo ha pretendido eliminar), impone una dinámica y unas relaciones que blindan el sistema.

Como se puede observar el escenario no permite pensar que en un futuro inmediato, estos procesos vayan a desaparecer[vi], lo cual es coherente con los antagonismos ideológicos que representan. La realidad contemporánea presenta una encrucijada donde no se avizora, por lo menos a corto plazo, la superación de todas las contradicciones reseñadas. Mientras tanto las ciencias sociales tienen la responsabilidad de producir una teoría y una práctica acorde con las exigencias del mundo actual. Una praxis científica que se identifique y actúe en función de los intereses de las mayorías, no que reproduzca y justifique el capital.

El marxismo ofrece un marco teórico, filosófico y metodológico que no puede ser erradicado de las ciencias sociales por prejuicios y atavismos o por intereses económicos. La sociedad y la geografía no se pueden dar el lujo de seguir impávidas y pusilánimes, ante argumentos que no explican, sino que mitifican. El posmodernismo con su jerga ha instaurado y casi institucionalizado su discurso y su lógica en los ámbitos universitarios, en los medios de comunicación, en los valores y en la ideología de las mayorías. Por eso es vital construir una geografía relevante y comprometida con la sociedad. Una geografía crítica que desmitifique la dominación ideológica y material capitalista.

Es inconcebible que los geógrafos sigan repitiendo que “vivimos en un mundo sin fronteras”, mientras la principal potencia construye un muro en la frontera con México y otorga recompensas económicas a quienes asesinan a quienes logran eludir los controles de inmigración estadounidense. No es posible que se hable del “fin de las ideologías”, mientras se esgrimen valores y discursos con un elevado contenido ideológico, e incluso que por mediocridad o por intereses de clase se defienda el neoliberalismo, y se tenga el cinismo de hablar en nombre de la objetividad científica. Se habla de la “era de la tecnología y la comunicación”, mientras los medios de comunicación y la tecnología no son más que mercancías monopolizadas. Del fin de los Estados-Nación, del libre mercado, mientras la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, ha intensificado las barreras proteccionistas, y especula con patentes (Valqui, 2004).

La geografía no puede ser indiferente ante la agudización y el recrudecimiento de la explotación capitalista. La pobreza y la miseria de las mayorías explotadas y/o excluidas, no son una construcción lingüística, un símbolo, o una particularidad aislada e independiente. Por el contrario esa realidad constituye el común denominador. La depredación irracional de los recursos naturales, la violencia generalizada, el hambre y la escasez, la injusticia y la desigualdad, no son fenómenos paradójicos e inexplicables, son el producto de la organización social del mundo. Por más que se omita, se adorne con un lenguaje decorativo, o se tergiverse, todos esos problemas que aquejan la humanidad, son producidos por el capitalismo, que ya ha demostrado que no puede superar todas las contradicciones mencionadas, porque le son inherentes.

El espacio lo articula la lucha de clases (Sánchez, 1976), los eufemismos podrán aderezar sus discursos, pero la realidad es contradictoria y dinámica, por eso el método dialéctico es un instrumento que no se puede soslayar en el ámbito científico y en la cotidianidad. Categorías como el fetichismo o “cosificación” del sujeto y “reificación” del objeto (teoría marxista del valor) están más presentes que nunca (véase El Capital de Carlos Marx). La noción imperialismo, herramienta epistemológica central de la Critica de la Economía Política, planteada por Lenin en 1916, recobra vigencia al observar los datos relacionados con la acumulación de capitales con base en la especulación y no en la producción[vii] y con la intensificación del monopolio como forma de propiedad capitalista[viii]. Asimismo, categorías como totalidad social y formación económico-social, exponen el carácter sistémico e integrador del capitalismo y son instrumentos epistemológicos de gran valor (Santos 2000).

Un elemento que juega a favor de la geografía radical consiste en que los geógrafos más destacados de nuestra región[ix] (sobre todo en Brasil, Argentina y Uruguay), han desarrollado una praxis geográfica que incluso podría denominarse latinoamericana. Dicha praxis se caracteriza por presentar enormes coincidencias con el pensamiento radical, pues sus métodos de análisis y sus categorías explicativas asumen el marxismo como marco filosófico, metodológico y epistemológico. Asimismo en Venezuela existe una comunidad de investigadores vinculados a la geografía y su enseñanza, que destacan la importancia del marxismo. Se trata del Centro de Investigaciones Geodidácticas, quienes a través de la revista “GEODIDÁCTICA; Teoría Y Praxis”, elaboran propuestas que además de ser interesantes, poseen pertinencia social y científica.

Por último, no se puede concluir sin subrayar que una reflexión de este tipo nunca puede darse por concluida. Más allá de las controversias que se puedan generar, lo importante es hacer un aporte para el enriquecimiento del debate geográfico, un aporte modesto pero enérgicamente comprometido. Se debe acotar que el propósito no es afirmar que la geografía radical es infalible. Pues es preciso que el pensamiento marxista se deslastre de las posturas deterministas y hasta metafísicas heredadas de la ortodoxia soviética. Se trata más bien de aprovechar el marxismo como filosofía de la praxis (Gramsci, 2000), para la construcción de una geografía relevante y comprometida con la sociedad.

Una geografía social y humana que sea capaz de integrar los aspectos físicos a su análisis, sin temor a perder su objeto de estudio. Una geografía que sea teórica y aplicada a la vez (Segrelles, 1999), multidisciplinar, sistémica e integradora (Capel, 1989). Que reconozca los procesos históricos y las transformaciones que estos producen, así como las relaciones sociales como elementos articuladores del espacio geográfico (Santos 2000). En ese orden de ideas vale decir que el método dialéctico y el materialismo histórico, son instrumentos que el marxismo le ofrece a la geografía para alcanzar tan sublimes objetivos.

Notas

[i] A pesar de las limitaciones de un análisis de este tipo, en razón de que no se pueden elaborar generalizaciones ante un universo tan extenso de textos y de instancias donde actúa la geografía, se intentará elaborar una síntesis de la realidad geográfica, a través de una reflexión crítica, basada en la experiencia y en la lectura de textos relacionados con la praxis geográfica en Venezuela y en Iberoamérica.

[ii] En verdad su crítica en el fondo está dirigida contra Marx y el Marxismo. Lo que se ataca en Marx, con el pretexto de atacar los grandes relatos, el análisis de la totalidad, la consideración de la causalidad, en última y definitiva instancia es su crítica del capitalismo (Vega, 1997).

[iii] Llama la atención que a pesar de la supuesta caducidad del marxismo, sus detractores (principalmente posmodernistas) no escatiman esfuerzos a la hora de atacarle, descalificarle y censurarle. Resulta curioso además que en este sentido (y en muchos otros) el discurso posmoderno en su contenido, coincide plenamente con el de los ideólogos del neoliberalismo. En ese orden de ideas cabe preguntarse lo siguiente: si el análisis marxista es tan inútil y obsoleto en el contexto actual ¿Por qué se mortifican y se obsesionan tanto en desprestigiarle? La respuesta es simple, porque la potencial consolidación del paradigma radical en las ciencias sociales, representa una amenaza para el sistema capitalista, pues las categorías, conceptos, relaciones y métodos de la crítica marxista, son una herramienta fundamental para la explicar, cuestionar y por qué no, destruir las estructuras del sistema capitalista (Harvey 1976).

[iv] Se debe recordar que en ese momento el poder lo detentaba en Venezuela un Presidente que representaba los intereses del neoliberalismo (Carlos Andrés Pérez), y que en ese contexto se desmoronó el mundo bipolar (caída del bloque soviético) y se generaron las condiciones para eclosión de la globalización neoliberal. Por tanto Venezuela constituye un epicentro de contradicciones muy singular.

[v] La lista de movimientos sociales y políticos que ejercen resistencia al proceso de globalización neoliberal es muy amplia. A pesar de la diversidad, cada uno de ellos posee una razón de ser que tiende a ser común, y concreta notables implicaciones geográficas que han influido e incluso modificado la realidad socio-política contemporánea. Podemos mencionar algunos, aclarando que es imposible reseñarlos todos: La insurgencia armada y las luchas campesinas, obreras, estudiantiles e indígenas en Colombia; El Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil; El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México; la toma de fábricas, y las movilizaciones populares en Argentina; el movimiento indigenista en Ecuador y Bolivia, las manifestaciones contra la invasión a Irak y contra las reuniones del G8, la OTAN, y la OMC; la nueva ofensiva del movimiento obrero a través de huelgas clasistas en Europa; la histórica resistencia anti-capitalista de la revolución cubana, entre muchos otros (Kohan, 2007)

[vi] La revolución bolivariana no se reduce al mantenimiento de sus partidarios en el gobierno, como se dijo la misma es un proceso que trasciende lo coyuntural y lo institucional, y que ejerce una influencia más allá de sus fronteras. Asimismo la globalización neoliberal no deja de ser un proceso notable porque pierda espacio o sea cuestionado. Ambos procesos se caracterizan por su extraordinario alcance temporal y espacial.

[vii] En la actualidad la economía capitalista se basa cada vez más en la especulación (economía especulativa) que en la producción de bienes (economía productiva). “Basten los datos al respecto: menos del 5% de los intercambios monetarios que se producen en el mundo corresponde al comercio de bienes o mercancías” (Segrelles 1999)

[viii] El finalizar el siglo XX, la sociedad mundial está de nuevo colocada bajo la férula de un capitalismo dominado por capas y rasgos rentistas; “La "mundialización del capital" no se comprende más que como segmento de una fase más larga en la evolución del modo de producción capitalista. Los rasgos principales de esta fase han sido resumidos, en su configuración del comienzo del siglo, de forma sintética por Lenin en su obra de 1916 El imperialismo fase superior del capitalismo; "Monopolios, oligarquía, tendencias a la dominación en lugar de tendencias a la libertad, explotación de un número creciente de naciones pequeñas o débiles por un puñado de naciones ricas o poderosas": todos estos rasgos se han exacerbado todavía más de lo que eran hace 80 años”

[ix] Donde se destacan Milton Santos, G. Wettstein, A. C. Robert Moraes, W. Messías da Costa y R. Morerira (Segrelles 1999).



Referencias y textos consultados

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- Capel, Horacio. (1989) Geografía Humana y ciencias sociales. Una perspectiva histórica. Barcelona: Montesinos. Segunda Edición.
- Gramsci, Antonio. (2004), Cuadernos de la cárcel. Edición crítica de Valentino Gerratana. Tomo 4, México, ERA.
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- Harvey, David. (1998) La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires, Amorrortu.
-Lacoste, Yves. (1977). La Geografía un arma para la guerra. Barcelona: Anagrama.
- Kohan, Néstor. (2007) Con Sangre en las venas. Bogotá Ocean Sur
- Kohan, Néstor (2004) Desafíos actuales de la teoría crítica frente al posmodernismo Buenos Aires. (Versión electrónica disponible en www.rebelión.org).
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- Pérez-Tapia Vanesa y Flores Adrián (2004) Globalización y posmodernidad En Revista del Centro de Estudios en Geo-política y Relaciones Internacionales. Volumen I. Número I. Río de Janeiro Junio- Diciembre de 2004.
- Rangel, Domingo Alberto. (1972) La oligarquía del dinero. Tomo III de la serie “Capital y Desarrollo” Caracas Editorial Fuentes.
- Revista Geográfica Venezolana. Volumen 40. Segrelles José Antonio; ¿Tiene sentido actualmente una geografía marxista en la universidad española? Universidad de los Andes. Mérida Venezuela 1999 (Material mimeografiado sin más datos).
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- Santos, Milton. (2000). La naturaleza del espacio. Ariel Barcelona.
- Trotsky, León. (2006) La revolución permanente. Bogotá Ocean Sur.
- Valqui, Camilo. (2004) El imperialismo y la lucha de clases en el siglo XXI. Crítica epistemológica y política de la globalización México Universidad Autónoma de Guerrero.
-Vega, Renán. (1997). Postmodernismo y neoliberalismo: la clonación ideológica del capitalismo contemporáneo Texto publicado en la compilación: Marx y el siglo XXI. Bogotá, Pensamiento Crítico.

[PL1]Ser mas explicito con la idea de TESIS DE ESTA PROPUESTA